Entrada #53: Ligero golpe

…Era real o no, solo me concentré en sentir lo que ocurría, sus brazos apretando ligeramente mi cuello mientras sus manos jugaban suavemente con mi cabello, su respiración intermitente chocando con mi propio rostro y sus labios jugueteando mientras me besaba.

¿Minutos, horas?, no sé cuánto tiempo pasamos besándonos, en algún momento terminamos sobre el pasto del pequeño claro del bosque, yo estaba viendo hacia el cielo, que ya había dejado de tener la coloración morada de un atardecer y había cambiado a su tono azul casi negro que tiene por las noches mientras que Rachel estaba recostada a un lado mío jugando aun con mi cabello.

Silencio, absoluto silencio había entre los dos, solamente algunos ruidos del bosque y nuestra respiración se podía escuchar, cerré los ojos y puse mi mente en blanco mientras intentaba escuchar la respiración de Rachel, en algún momento rompí el silencio sin pensarlo. – ¿Algún día me dirás por qué te llevaron con la directora realmente? – dije abriendo nuevamente los ojos y fijándolos en las estrellas.

Su mano se detuvo puesto que no pude sentir el cosquilleo en mi cabeza, escuché un ligero ruido y casi instantáneamente volteé, el codo de Rachel se encontraba apoyado en el pasto y su cabeza se apoyaba sobre la palma de su mano mientras que sus ojos se encontraban clavados totalmente en mi rostro – ¿Qué? – pregunté.

– ¿Después todo esto es lo primero que me tienes que preguntar? – contestó con un tono como entre enojada y sorprendida.

_ Pues… es qué… – intenté formular una respuesta pero no supe cómo decirle en ese momento en qué fue exactamente en lo que pensé.

– ¿Es qué?

– Pues no se qué decir… y… fue lo primero que se me vino a la mente.

– ¿El verme como me regañaban?

– No, eso no.

– ¿Entonces?

– Pues… en…

– ¿En?

– En tu sonrisa, la que pusiste justo antes de sacarme la lengua ese día.

– Oh.

– Y la misma que pusiste justo antes de abrazarme y besarme hace rato.

La penetrante mirada de Rachel se relajó justo en ese momento, dejó soltar un suspiro y se rodó sobre si hasta quedar boca abajo, se levantó con sus brazos y piernas y avanzó arrastrándose hasta que su rostro quedó sobre mi rostro, sonrió y me besó en la frente.

– ¿Y eso? – pregunté estúpidamente.

– Por fijarte en esos detalles.

– Gracias… creo.

Rachel no pude evitar soltar una carcajada ante mi estúpido agradecimiento, pero no sin antes darme un “ligero” golpe en mi hombro a modo de reflejo como siempre lo hacía, más que la sorpresa de verla, más que los besos, eso, ese pequeño golpe fue lo que me trajo el recuerdo de todo, en mi garganta se hizo un nudo tan grande que no pude resistirlo y empecé a llorar.

– ¿James?… ¿James? ¿Qué pasa?

Intenté responderle pero no podía quitar las imágenes y los recuerdos de lo que había pasado, la piel de Rachel perdiendo el color hasta quedar totalmente pálida, su silueta poco a poco desapareciendo, los gritos de Seamus y de los demás mientras todo ocurría, una y otra vez había recordado esas imágenes y sonidos hasta que en algún momento en estos meses lo había enterrado en alguna parte muy profunda de mi mente.

– Tranquilo James – me dijo mientras me abrazaba, sin pensarlo me acurruqué entre sus brazos y seguí llorando, no podía ver el rostro de Rachel pero podía sentir que sus ojos se encontraban también tristes, hasta en su abrazo lo podía sentir, como me apretaba como no queriendo dejarme ir, sus manos tomaron las mías mientras las lagrimas seguía corriendo.

Cuando por fin recuperé el aire después de haber llorado por algunos minutos solo pude decir una palabra entre las lágrimas secas: “Perdón”, tomé aire nuevamente y lo volví a repetir: “Perdón”

…Era real o no, solo me concentré en sentir lo que ocurría, sus brazos apretando ligeramente mi cuello mientras sus manos jugaban suavemente con mi cabello, su respiración intermitente chocando con mi propio rostro y sus labios jugueteando mientras me besaba.

¿Minutos, horas?, no sé cuánto tiempo pasamos besándonos, en algún momento terminamos sobre el pasto del pequeño claro del bosque, yo estaba viendo hacia el cielo, que ya había dejado de tener la coloración morada de un atardecer y había cambiado a su tono azul casi negro que tiene por las noches mientras que Rachel estaba recostada a un lado mío jugando aun con mi cabello.

Silencio, absoluto silencio había entre los dos, solamente algunos ruidos del bosque y nuestra respiración se podía escuchar, cerré los ojos y puse mi mente en blanco mientras intentaba escuchar la respiración de Rachel, en algún momento rompí el silencio sin pensarlo. – ¿Algún día me dirás por qué te llevaron con la directora realmente? – dije abriendo nuevamente los ojos y fijándolos en las estrellas.

Su mano se detuvo puesto que no pude sentir el cosquilleo en mi cabeza, escuché un ligero ruido y casi instantáneamente volteé, el codo de Rachel se encontraba apoyado en el pasto y su cabeza se apoyaba sobre la palma de su mano mientras que sus ojos se encontraban clavados totalmente en mi rostro – ¿Qué? – pregunté.

– ¿Después todo esto es lo primero que me tienes que preguntar? – contestó con un tono como entre enojada y sorprendida.

_ Pues… es qué… – intenté formular una respuesta pero no supe cómo decirle en ese momento en qué fue exactamente en lo que pensé.

– ¿Es qué?

– Pues no se qué decir… y… fue lo primero que se me vino a la mente.

– ¿El verme como me regañaban?

– No, eso no.

– ¿Entonces?

– Pues… en…

– ¿En?

– En tu sonrisa, la que pusiste justo antes de sacarme la lengua ese día.

– Oh.

– Y la misma que pusiste justo antes de abrazarme y besarme hace rato.

La penetrante mirada de Rachel se relajó justo en ese momento, dejó soltar un suspiro y se rodó sobre si hasta quedar boca abajo, se levantó con sus brazos y piernas y avanzó arrastrándose hasta que su rostro quedó sobre mi rostro, sonrió y me besó en la frente.

– ¿Y eso? – pregunté estúpidamente.

– Por fijarte en esos detalles.

– Gracias… creo.

Rachel no pude evitar soltar una carcajada ante mi estúpido agradecimiento, pero no sin antes darme un “ligero” golpe en mi hombro a modo de reflejo como siempre lo hacía, más que la sorpresa de verla, más que los besos, eso, ese pequeño golpe fue lo que me trajo el recuerdo de todo, en mi garganta se hizo un nudo tan grande que no pude resistirlo y empecé a llorar.

– ¿James?… ¿James? ¿Qué pasa?

Intenté responderle pero no podía quitar las imágenes y los recuerdos de lo que había pasado, la piel de Rachel perdiendo el color hasta quedar totalmente pálida, su silueta poco a poco desapareciendo, los gritos de Seamus y de los demás mientras todo ocurría, una y otra vez había recordado esas imágenes y sonidos hasta que en algún momento en estos meses lo había enterrado en alguna parte muy profunda de mi mente.

– Tranquilo James – me dijo mientras me abrazaba, sin pensarlo me acurruqué entre sus brazos y seguí llorando, no podía ver el rostro de Rachel pero podía sentir que sus ojos se encontraban también tristes, hasta en su abrazo lo podía sentir, como me apretaba como no queriendo dejarme ir, sus manos tomaron las mías mientras las lagrimas seguía corriendo.

Cuando por fin recuperé el aire después de haber llorado por algunos minutos solo pude decir una palabra entre las lágrimas secas: “Perdón”, tomé aire nuevamente y lo volví a repetir: “Perdón”