–No es una broma –dijo Orb haciendo un pequeño movimiento con su mano, que hizo que la almohada flotara lentamente hacia Rachel, hasta detenerse frente a ella–. La magia es real y todo lo que te está diciendo también. Si nos vas a gritar de esa manera cuando te tratemos de explicar lo que sucede, te sugiero que te sientes y te prepares a escuchar un par de locuras más…

No puedo negar que la cara de incredulidad de mi amiga, al escuchar la historia que Orb y yo teníamos que contar, fue bastante peculiar, aunque tampoco puedo ignorar que de seguro la mía fue mil veces más memorable. Lo bueno fue que nadie estuvo ahí para verla y burlarse de ella en unos años como lo haré yo, al igual que todas nuestras bromas sobre los viejos tiempos.

–A ver… quieren decir que, ¿las decisiones se hacen reales en mundos alternos? –dijo Rachel ladeando la cabeza hacia un lado, como si eso le dejara pensar mejor las cosas– ¿todas?

–Pues según la voz que hablaba en mi cabeza, queriendo ser la niña que mis papas siempre quisieron y nunca tuvieron, sí– dije tratando de armar en mi cabeza cómo funcionaba todo ese asunto. Si lo que Emily había dicho era real… ¿había más deseos viviendo en aquél lado de las sombras?

–Quizá si decidimos algún plan de cómo salvar al mundo que involucre a un ser sobrenatural que venga del reino de las sombras, podríamos obtener un poco de ayuda, ¿no? –dijo Orb, también ladeando la cabeza, peor hacia el otro lado. Supongo que él encuentra mejor sus ideas a la izquierda y Rachel a la derecha.

El celular de Rachel empezó a vibrar, sonando como si un gato maullara, ella reaccionó como todo mundo y corrió a checar quien le mandaba el mensaje que esperaba a ser leído. Lo levantó, se puso pálida y nos volteó a ver en shock y en silencio esperando que pudiéramos leer en su cara lo que había sucedido.

–¿Será el mismo Magician? –nos preguntó poniendo el celular frente a nosotros para que pudiéramos ver lo que su pantallita anunciaba: Un sobrecito cerrado, con la palabra Magician al lado.

–¿Cómo es que tienes su celular grabado para que lo reconozca tu teléfono? –pregunté intrigado de saber la respuesta.

–¡No lo tengo! –gritó ella bajando el brazo antes de acercarse a darme un zape.

–Creo que la pregunta es: por qué él tiene tu celular… y por qué una sombra puede mandar mensajes de celular. Digo, si pueden hablarnos telepáticamente, robarnos cosas, meterse en nuestro mundo; ¿por qué se sigue escondiendo? –dijo Orb rascándose la barbilla.

–No, creo que la pregunta es: ¿por qué carajos no lo has abierto? –dije antes de que el celular volviera a sonar.

–¡Otro mensaje de él! –volvió a gritar Rachel picándole a su celular, supongo para abrir el primer mensaje– miren… esto es lo que dice el primero:

No, no funciona de esa manera. Todo hubiera sido mucho más fácil si así fuera.

Todos nos volteamos a ver cuando ella terminó de leer el mensaje en voz alta. Podía ver cómo los dos querían decir algo, sus bocas se abrían un poco, pero nada salía de ellas. Seguro estaban pensando lo mismo que yo: ¿Cómo nos podríamos sentir seguros de alguien que al parecer puede escucharnos todo el tiempo?

Guardando el silencio que nos había inundado, nos separó la mirada para volver al celular, seleccionando el siguiente mensaje:

¿Qué importa cómo?  El chiste es que puedo hablar con ustedes y Emily ya no. No la escuchen. Sólo mentiras salen de su boca. No puedes confiar en una sombra, créanme.

–¡Basta! Estoy harto –grité al terminar de oír el segundo mensaje. Ya habían jugado demasiado con mi paciencia y no pensaba creer una palabra más– ¿Qué sigue? Llegará alguien a decirnos que las sombras somos nosotros y tenemos que…