Entrada #14: El viento

…empezó a lentamente cobrar color y moverse. Era como si el mundo estuviera intentando cargar un programa que requería mucha memoria. Tal vez el universo no estaba acostumbrado a que lo detuvieran así. Rachel y Orb muy lentamente empezaron a moverse, reaccionando a mi súbita desaparición. La voz del chico sonaba al principio muy grave, como una grabación a media velocidad, y luego, en el transcurso de la misma frase, alcanzó su velocidad normal.

-¡¿Qué demonios?!

-¡¿James?!

-Aquí estoy…- dije casi en un susurro, aún sin reponerme completamente.

Ambos voltearon incrédulos, obviamente asustados. Era… extraño. La forma tan fría en la que los pensamientos pasaban por mi cabeza, era como si por un momento mis emociones se hubieran desconectado de mi razonamiento, como si pudiera conectar el punto a y el punto b de toda la situación sin ninguna dificultad. Después me preguntaría si este “trance” había sido resultado de haber detenido el maldito tiempo, pero en ese momento no. En ese momento todo parecía tan natural y obvio.

-¡¿C-cómo hiciste eso?!- me preguntó Rachel, su voz temblando y ella pegada a la pared para alejarse de mí.

Levanté mi mano para verla de cerca. –No lo sé… -respondí sin darle importancia al asunto.

Orb se quedó mirándome de forma inquisitiva, aunque sin perder el miedo y el asombro.

-James… ¿te encuentras bien?

-Sí.

Ambos se voltearon a ver.

-Eres… ¿eres Emily?- preguntó Rachel asustada.

-No, Rachel. Soy yo. Todo está bien.

-¿Qué dices? ¿Qué todo está bien? James, ¡¿qué demonios te pasa?! ¡¿Cómo puedes decir que todo está bien, con un demonio?! ¡Reacciona ya maldita sea!!

Los gritos de Rachel llegaron al mero fondo de mi razonamiento. Fueron como un golpe a mi juicio mental. Sentí un golpe en el pecho, una descarga de ácido en el estómago. Mi cerebro se vio asaltado por tantos impulsos nerviosos a la vez que mis piernas se doblaron y caí de rodillas con un gemido.

Era un mensaje, mi cerebro me estaba diciendo algo.

“Duele.”

Sí, ahora todo había vuelto. Ese vacío horrible en mi corazón, ese dolor de estómago que me hacía querer vomitar. Fue como si de pronto todo lo que había pasado desde la madrugada hubiera vuelto de golpe y, una vez más, no lo pude soportar. Lo último que escuché fue la voz de Rachel llamando mi nombre, y luego no vi más.

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Una sensación muy rara me hizo abrir los ojos. Era el viento. Estaba soplando gentilmente sobre mi rostro. Miré a mi alrededor para encontrarme en un enorme campo abierto. Ni una montaña, ni una roca, nada. Éramos sólo el pasto y yo.

Y esa sombra

Una figura femenina estaba parada a unos metros de mí, dándome la espalda, y con los brazos cruzados detrás de su cuerpo, como esperando.

-Qué bueno que ya despertaste.

Conocía esa voz.

-¿Emily?

-¡Síp!- dijo alegremente, casi riéndo. –Me da gusto que por fin hayas caído rendido. Me costó bastante trabajo cansarte lo suficiente. ¿Qué clase de chico eres que no se duerme a horas apropiadas de la noche? Pensé que cambiar las horas de tu reloj iba a ser suficiente, pero noooo. Tuve que hacerte correr. Y para colmo, cuando por fin estuviste inconsciente, ese Magician no me dejó acercarme a ti.

Me le quedé mirando, sin estar seguro de entenderla.

-¿Qué…qué dices?- dije tartamudeando.

Suspiró. Un brazo de la silueta sombría se levantó, y con su dedito señaló hacia arriba. Al mirar al cielo, pude ver por una especie de ventana la cara de Rachel y de Orb, mirando hacia abajo. Rachel estaba llorando de nuevo.

-Estás dormido. Bueno…algo así.

-Rachel… está llorando.

Emily hizo un gesto de desdén. –No deberías estar tan apegado a ella, James.

-¿P-por qué?- pregunté, alejándome lentamente de ella.

-Porque es una llave, James…. Como mamá.

Al decir eso, Emily se dio la vuelta y, al caminar, la luz por fin la iluminó…