Me quedé pasmado, posiblemente babee un poco, no estoy seguro, mis ojos estaban puestos en las monedas que se encontraban flotando a poco más de un metro del suelo, en mi mente pasaban cientos de imágenes, cosas que habÃa leÃdo e imaginado, sueños que habÃa tenido, todo lo que esperaba alguna ver y hacer se encontraba plasmado aunque sea en una pequeña medida en esas monedas flotando. Levanté la vista para ver a Orb quien claramente estaba evitando soltar una carcajada a causa de la expresión en mi rostro.
– ¿Cómo es posible?
– Solo es cosa de… aprender.
– Dime más.
– Después, ahora tenemos que escondernos – respondió Orb mientras con una mano agarraba las monedas y las volvÃa a guardar en su bolsa del pantalón.
– Maldición, primero Emily me deja a medias y ahora tu también, ¿¡porque demonios todos tienen que estar jugando conmigo!?
– ¡Hey no me grites!, recuerda que tengo que cuidarte y si no cooperas se va a poner difÃcil.
Hice una mueca de desapruebo a Orb y respondà – Solo dejaré que hagas eso si me explicas después todo lo que sabes, incluyendo como hiciste lo de las monedas –
– Tenemos un trato, ahora sólo tenemos que escondernos.
Cuando dijo esas palabras volteó hacia donde se encontraba mi casa, en un instante sus ojos se abrieron totalmente y palideció un poco más de lo que ya estaba.
– ¿Tienes alguna idea de donde podemos escondernos? – Dijo hablando muy rápidamente.
– No precisamente, pero pensaba ir con una amiga que vive a una cuadra.
– Te sigo.
Inmediatamente levantó el brazo y lo apoyó en mi espalda empujándome, voltee de reojo pero no vi nada, empecé a correr hasta llegar al jardÃn de la casa de Rachel, rápidamente trepé el árbol y subà sobre el techo del porche, metà la mano en la bolsa del pantalón y saqué el celular, presioné el botón de encendido fuertemente y busqué el número de Rachel entre los contactos, no habÃa timbrado ni dos veces cuando contestó.
– ¡Maldita sea James!, ¿qué demonios te crees?
– Perdona – respondà en voz baja.
– “Perdona”, no tienes vergüenza, ¡he estado como desesperada intentando contactarte y es lo único que puedes decir!, ¿dónde estás?, ¿estás bien?
– Si, de hecho estoy enfrente de tu ventana, ¿me abres?
La voz de Rachel desapareció en la lÃnea y dentro de la casa se escuchó a lo lejos el sonido de unos pasos, al cabo de unos segundos apareció Rachel en la ventana y la abrió, brinqué el marco y entré en la habitación, Rachel me recibió con un abrazo muy cortó y después un fuerte golpe a un hombro.
– Maldito, me preocupaste bastante, ¿qué te creÃas colgándome de ese modo y luego no contestando mis llamadas?
– Perdona, es que… no sé cómo explicarlo.
– PodrÃas empezar por presentarme – dijo Orb apoyado en el borde de la ventana.
– ¿Y tu quien eres?
– Rachel, el es… este… Orb.
– ¿Orb?
– Si, es un conocido…
– Demonios, ¿tanto maldito relajo solo para que fuera por otro fanático de Spellbook como tú?
– No espera, no es asÃ, es que… – suspiré profundamente – secuestraron a mamá.
– Me estás bromeando, ¿verdad?
– No, en serio, secuestraron a mamá – repetà casi suspirando.
La cara de Rachel se tornó totalmente pálida, sus ojos se quedaron en blanco y sus manos cayeron pesadamente como si no tuviera fuerza.
– Pero… ¿cómo?
– Algo se la llevó
– ¿Algo?
– Si, algo… mágico por decirlo de algún modo.
– Maldición, me estás diciendo que secuestraron a tu madre y me tienes que salir con eso.
– ¡No es broma!
Justo se disponÃa a golpearme Rachel cuando una de las almohadas de su cama la distrajo, tal y como las monedas antes la almohada se encontraba levitando junto a nosotros…