Entrada #36: El Plan

…verdad, Rachel. Por ahora él estará bien.

Miré a James a los ojos, buscando dentro de sí algo que me diera tranquilidad; estaba asustado y confundido, como la primera vez que hablamos en el pasillo de la escuela, pero estaba bien y eso era lo que necesitaba saber. Sonreí y vi como el esbozaba también una sonrisa, aunque culpable por saber que había tratado, sin éxito, de engañarme sobre sus heridas. Después, todo ocurrió en cámara lenta. No sabría si decir fue culpa de James, o de la voz en su cabeza, incluso del propio Magician a quien esforzaban en retratarme como el abuelo bonachón que cuida de su nieto, pero literalmente, pasó en cámara lenta. Las manos de James salieron despacio de sus bolsillos y lentamente se acercaron a las mías, recargadas en mi cintura. Escuché un sonido, el inicio de una palabra que no terminó, Orb comenzando a gritar por algo que le parecía aterrador; vi su rostro lleno de sorpresa y miedo y vi también el rostro del llamado Seamus, enojado e impotente: no parecía sorprendido, sabía que esto podía pasar pero no sabía que le era imposible evitarlo.

Las manos de James estaban a unos milímetros de las mías. Juro que en su rostro no había la menor señal de que supiera lo que iba a pasar. Su gesto era conciliador, quería pedirme perdón por todo este tiempo, loco tiempo, que habíamos pasado; quería tomar mis manos y jurarme que lucharía por remediar todo esto y que seguiríamos con nuestras vidas. No lograría decírmelo, no en este mundo, ni en ninguno, ni siquiera en algún hubiera que él mismo creara, pero lo sabía, yo lo sabía. Justo antes de sentir sus manos tocando las mías la vi. Vi la voz que sonaba en la cabeza de James desde que todo esto comenzó y tenía un rostro terriblemente feliz, una sonrisa demoníaca sobre un rostro ensombrecido, dos ojos rojos como brasas y con la inconfundible expresión del éxito, de un plan largamente ejecutado llegando al fin. “SÍ” fue lo último que escuché.

-o-o-

La escena ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. Seamus trató de evitarlo, pero de nuevo, sus cálculos con las sombras fallaron y la silueta de Emily surgió rápida y certera de la sombra que James proyectaba en el suelo para tomar a Rachel justo cuando él la tocó. Primero perdió el color, convirtiéndose gradualmente en una imagen en blanco y negro; después, fue desvaneciéndose, como una marca de agua, hasta que sus últimos contornos dejaron de verse. La sombra de Emily se materializó conforme iba absorbiendo la existencia de Rachel. Su rostro fue lo último en definirse y los ojos rojos lo último que se desvaneció de lo que fuera una sombra.

– ¡Al fin! – exclamó potentemente. -¡Gracias hermanito! pensé que nunca tomarías a tu amiguita de las manos, aunque morías por hacerlo desde hace años. Y tú viejo -dijo mirando a Seamus- entérate, El Mayor pronto estará con nosotros y te juro que recuperaremos lo que nos quitaste. Tú iniciaste esta guerra, ¡pero nosotros la terminaremos!

Tomó a James del hombro y desaparecieron.

Seamus se sentó en el suelo, rápidamente el escenario de la casa destruida, la calle llena de escombros y el sol a plomo fueron perdiendo color, hasta quedar solamente un lienzo blanco como en el que Magician estuvo con Orb y Rachel. Orb se acercó a el y se sentó a su lado.

– ¿En verdad cree que El Mayor puede materializarse como Emily?- preguntó después de un rato en silencio.

– Creo que sí. Podría. Pero eso no es lo más importante. Por ahora. La cosa es recuperar a James.

– ¿Y cómo vamos a hacerlo? Es decir, si todavía soy parte del plan… debía protegerlo y fallé.

– Muchacho, TU eres el plan. Sólo tu poder se compara al de James, sólo tu tienes una sombra que puede enfrentar a Emily.