No dejaré que mi madre muera una vez más –dije deteniéndome en seco, para dar media vuelta y encarar a la bestia lodosa que bajaba las escaleras-. Si lo que todos ustedes dicen, bola de locos, es real. Éste es un hubiera creado por mÃ, yo soy el dueño de éste lugar, yo puedo hacer lo que quiera con él.
-No James… -dijo la voz de Emily en mi cabeza- Ese monstruo tiene la fuerza para comerse todo el mundo que has creado. Son tus miedos y tus dudas materializadas en un ser.
-Bah… -dije riéndome nerviosamente, siempre he pensado que la mejor forma de vencer al obstáculo que tengas enfrente es riéndote de él- No le tengo miedo.
-DeberÃas… -Dijeron la voz de Emily y la de la bestia al mismo tiempo.
-¿Por qué tanto albo… -se interrumpió mi madre que salÃa de la cocina para encontrarme frente al ser lodoso que estaba ensuciando las paredes de su adorado hogar- ¿James, qué carajos es eso? Si es otro de tus tontos hechizos, deshazlo ya… si queda una sola mancha, te voy a poner a limpiarla sin ayuda de magia alguna.
Espera… ¿Qué dijo? Pensé sin creer lo que acababa de escuchar, era algo que lo deseé desde que entré por primera vez a Spellbook ¿Desde cuándo mi madre habla de la magia como si fuera algo de todos los dÃas? Mi mente se tomó demasiadas libertades al crear éste hubiera, ¿no es asÃ?
Antes de que contestara, mi madre regresó a la cocina como si fuera un dÃa común y corriente. Para correr peligro mortal, no se ve tan preocupada, pensé regresando a la mirada al cúmulo de lodo que por fin, con toda su lentitud habÃa terminado de bajar los escalones. Por alguna razón, la bestia se detuvo al pie de las escaleras ladeando lo que podrÃa ser (o no) su cabeza, como si ella también estuviera incrédula del poco temor que estaba causando. En teorÃa era mis peores miedos encarnados, o más bien enlodados, y yo estaba parado frente a él discutiendo con mi madre sobre manchas en la pared. Vaya miedo tan aterrador resultó ser.
-Si madre, yo me encargo de esto- dije extendiendo mi brazo con la mano abierta, señalando hacia la bestia- ¿Crees que puedes hacerme daño?
-Yo no serÃa capaz, hermanito –dijo la bestia con la voz de Emily, con una sonrisa demoniaca que claramente indicaba lo contrario a lo que acababa de decir segundos atrás. En cuestión de un parpadeo el enorme bulto que tardó eones en bajar la escalera, tomó impulso y lanzó todo su ser hacia mÃ.
-¡CORRE JAMEEEEEEEEEEEEEEEES! –Gritó la voz de la Emily que aún habitaba en mi cabeza.
– No… -dije sin moverme de donde estaba, aún con el brazo extendido, era hora de la magia- ¡ALTO!
El mundo escuchó mi última palabra y congeló todo de una manera instantánea. La bestia flotaba a medio aire, en su intento fallido de caerme encima.
¿Y ahora qué hago? Pensé sentándome en el suelo desde donde podÃa observar a mi madre en la cocina, con un cuchillo en mano, a medio partir una barra de pan. No hay prisa, tengo todo el tiempo del mundo para saberlo , ¿no?
Sonreà sarcásticamente.
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-¡Qué bueno se está poniendo esto! –Gritó Magician observando la pantalla en la que habÃamos estado observando todo lo que sucedÃa en el mundito que James se encontraba encerrado. La aparición del monstruo de lodo en la pantalla habÃa interrumpido nuestra discusión.
-¿No deberÃamos estar buscando la manera de sacarlo de ahÃ? –Les pregunté a los dos chicos que veÃan la pantalla como si fuera la premier de alguna serie que tenÃan meses esperando.
-¿Y perdernos cómo se las arregla? –dijo el mago separando la mirada de la pantalla- si no te gusta, ve y consÃguenos palomitas o algo. Al paso que va, mi nietecito se las arreglará solo.