– ¿Y esperas que te creamos? – dijo Seamus retadoramente mientras daba unos cuantos pasos para ponerse al frente de Orb.

– Así es mi estimado mago, no tienes ninguna otra opción ¿o sí?, además, ¿qué bien me haría mentirte, oh poderoso mago, en este tu reino – dijo Emily señalando a la extrema blancura que los rodeaba – donde yo no tengo ningún poder?

– Prefiero ser precavido – Dijo Seamus mientras se quitaba la capa con la que se cubría y se la aventaba a la niña que tenía enfrente.

– ¿Cómo lo has sido siempre? ¡Ja! – emitió una sonora carcajada la niña – si lo fueras no estaríamos teniendo esta conversación en este momento, mira mago, dejémonos de rodeos y acepta que no estás contento con mi presencia pero que vas a decidir ayudarme y yo prometeré hacer lo posible para no intervenir con los que sean que sean tus planes.

– Sabes que eso no es del todo posible, ambos necesitamos a James.

– Por ello es más fácil, nuestros caminos se unen, qué mejor oportunidad, ¿no lo crees?

– Prefiero pensar que es la peor de las oportunidades, sea cual sea el modo en el que pudiste salir sigues siendo una sombra, una sombra poderosa puedo suponer, pero una sombra, ¿estás dispuesta a pagar el precio por permanecer de este lado?, es más, ¿sabes cuál es el precio?

Los ojos de la niña se abrieron de par en par, la situación anterior no le dio mucho tiempo para pensar en las repercusiones, solo sucedió todo en unos instantes, los ojos rojos de la sombra se acercaban rápidamente a donde James estaba, la oscuridad poco a poco empezaba a rodear el ambiente y Emily podía sentir perfectamente el miedo de James, las dudas y pensamientos que el adolescente tenía mientras sentía que iba a morir, él pensaba en su madre y como desapareció en aquella habitación donde la sombra con la amplia sonrisa, pensaba en su padre, en la imagen borrosa que ahora solo era en sus recuerdos, pensó y pensó y rápidamente empezó a perder la fe al ahogarse en el miedo. “¡Alguien ayúdeme!” gritó el adolescente hacia sus adentros y Emily le respondió con un fuerte grito: ¡Déjame ayudarte hermano!, después todo fue cuestión de segundos, James en el piso, el fuerte dolor, la voz del adolescente repitiendo incesablemente “Ayúdame Emily, sal y ayúdame y has algo”, el suelo, las manos saliendo mientras las palabras de James en su mente pasaban de ser gritos a suspiros ahogados en dolor, la luz verde segadora, fue ahí cuando salió la niña, pudo sentir toda la fuerza de algo que la impulsaba, al principio no sabía que era, solo hasta ahora lo entendió, era James quien la había sacado.

– Creo que no tienes idea, ¿verdad? – interrumpió Seamus el hilo de pensamiento que estaba ocurriendo en la cabeza de la niña.

– Claro que si, acaso crees que no lo sabría cuando tomé esta decisión – mintió ante la pregunta del mago, ella sabía que quería salir y ser real, pero, no sabía que tenía que pagar un precio.

– Deja de mentir y por un momento escucha niña – dijo tajantemente Seamus – por tu cara hace unos segundos se que te acabas de sorprender de algo, así que, citándote, dejémonos de rodeos y vete enterando, para que puedas seguir viviendo de este lado necesitas obtener más sombras y consumirlas, ¿Por qué crees que Magician lleva tantos años actuando como “la sombra buena”?, no tiene de otra, así que, volviendo a tus interrogantes de antes, no, no estoy contento con tu presencia, no, por el contrario, tu eres quien nos va a ayudar y si, más te vale que no intervengas, así que ahora mejor empieza a hablar, ¿para qué quieres realmente a James?