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Entrada #17: Maestro

…salían un montón de manitas que se desprendían de mi sobra, trataban de alcanzarme y jalarme hacia ellas, sumergirme en el mundo en el que estaba. Rachel me tiró de la cama de un empujón y yo me puse de pie más rápido de lo que caí al suelo.

-Tengo que volver ahí -dije con prisa, sin saber qué hacer y sin contar con el apoyo de los dos que estaban en frente de mi.

-¿Qué parte de “ella es peligrosa” no has entendido? -dijo Rachel acercándose para darme una cachetada.

-La parte en la que ustedes no entienden que quiere ayudarme -dije deteniendo su mano antes de que llegara a mi cara.

-¿Y qué hay de Magician? El también quiere ayudarte y no ha intentado hacerle daño a nadie -dijo Orb cruzado de brazos molesto-, Emily sí, a través de ti.

-¡A cómo no! -grité de coraje inmediatamente, soltando con fuerza el brazo de Rachel- ¡Magician mató a mi madre!

-¡No fue él! –dijo furioso, avanzó hasta donde yo estaba, deteniéndose a menos de un paso frente a mí, tratando de imponer su voluntad- ¡Fueron las malditas sombras!

-¡Que mandó él! –dije empujándolo violentamente, lo cual hizo que tropezara con la caja de un disco que estaba detrás de él. Dicho suceso hizo que se le hirviera la sangre, levantándose como un toro enojado, listo para enterrar sus cuernos en mi cuerpo. O en este caso, sus puños. Un grito de Rachel detuvo nuestra pelea antes de que su puño llegara a mi estómago. Miraba hacia arriba, pálida como la luna. Al separar la mirada de quien se había convertido en mi oponente pude darme cuenta de por qué había gritado. El cuarto de Rachel había pasado a ser posesión de una masa negra que lo cubría todo. Si no pudiera ver a aquellos, que se decían mis amigos, bien podría decir que me había quedado ciego. ¿Cómo es que invadieron el cuarto tan rápido? ¿Por qué no nos dimos cuenta?

-El… odio… nos… ayudo… -murmuraron mil voces roncas al mismo tiempo.

-Genial, ahora las sombras hablan –dije volteando a ver a Orb con cara de “ésta ya no me sorprende”-¿qué sigue?

-el… odio… nos… -repitieron una vez más, en el mismo tono, como si fuera una voz programada, para reproducirse una y otra vez.

-Sí, sí, ya entendimos… a chuchita la bolsearon y todo eso…  ¿podrían decir algo más? –dije al intentar voltearme y averiguar de dónde provenían las voces, pero al hacerlo descubrí que las sombras nos tenían sujetados de los pies y terminé cayendo al “suelo” y llevándome a Orb conmigo, cayendo encima de él. Me puse de pie apoyándome sobre él y luego le di la mano para que se levantara también, pero no pudimos levantarlo. Las sombras estaban jalándolo poco a poco al interior de su negrura. Volteé con Rachel con preocupación esperando que ella supiera que hacer, pero ella estaba igual o más perdida que yo.

-Creo que ya tuvieron suficiente diversión ahí dentro -dijo una voz que reconocí de inmediato por la sonrisa que provocó en Rachel y Orb.

-¿Magician? -Dijeron los dos al mismo tiempo confirmando lo que había pensado. Una brecha de luz se abrió a la mitad de la oscuridad y a través de ella entró un hombre vestido con puros harapos. Parecía estar lleno de polvo, como si lo hubieran sacado de algún cajón abandonado.

-¿Qué tal chicos? -dijo con una sonrisa que para mí fue tan cortante como una puñalada en el hígado- ¿Están en problemas?

El hombre hizo un par de movimientos con las manos y las sombras dejaron libre a Orb para poder moverse.

-Maestro… no… interrupciones… -dijeron las mil voces roncas en coro.

-¿A quien llaman maestro? -pregunté al aire, esperando que la oscuridad que nos rodeaba respondiera.

-Créeme, no quieres saberlo -dijo Orb mientras se ponía de pie.

-tú… -dijeron las sombras- maestro…