Entrada #3: Culpable

mi propia cabeza me gritoneó: “Ves, eres un idiota. Tuviste suerte que no te expulsaran… vuelve a hacer una estupidez así y despídete de Spellbook”.
Con desgana ignoré mi auto regaño cerrando el mensaje que me amenazaba en el inbox. La lista de mensajes privados me miraba con todas y cada una de sus letras, pero uno, el que no había leído por leer el de Owl antes, me gritaba que lo leyera remarcando su título con las letras en “bold”.
Tomé un respiro para agarrar valor y le di click a dicho mensaje:
Te lo dije…
Sólo soy una sombra más que ya no tiene qué decir. No existo en ésta red, ni en ninguna otra. No me busques, te meterás en problemas y no soy el culpable.
Magician
Al leer el mensaje un rabia descomunal invadió mis pensamientos. Pero me daba más coraje no saber qué hacer. Buscar “Magician” en google sería la cosa más estúpida y poco productiva, no tenía un correo, no tenía a quien ocurrir. Nadie me creería que las sombras de mi casa se habían tragado a mi madre. Incluso algunos de mis amigos se la pasaban burlándose de mi: que no debería tomar aquella red social tan enserio. Que sólo era un juego. Yo siempre supe que era verdad, que grandes magos la habitaban y se podía aprender muchos de ellos. Podría acudir a los que no, a los que pertenecen a la red igual que yo, pero necesitaba buscarlos por fuera.
-En la vida real donde no pudieran seguir el rastro de los mensajes que dejo- me dije a mi mismo en voz alta. Como respuesta escuché que algo detrás de la computadora se había caído. Volteé a ver y sólo estaba una sombra, mi sombra. Me puse de pie y me le quedé observando esperando que se moviera o que algo sucediera, pero no pasó nada.
Agarré mi celular, me puse los zapatos y un sweter para el frío que seguramente afuera estaba haciendo. ¿A quién podría molestar a las once de la noche sin que fuera una molestia?
Me puse a buscar las llaves que estaba seguro había dejado en el buró de la entrada. “Alguien debió haberlas agarrado” pensé olvidando que todos teníamos nuestro propio juego. Busqué las de los demás en el plato de la entrada donde solemos dejarlas, pero no había llave alguna.
Como acto reflejo regresé a mi cuarto a buscarlas en los pantalones que traía el día anterior, era muy común que dejara cosas olvidadas dentro de ellos y mi mama me las entregara cuando se las sacaba para lavarlos. Realmente no recuerdo haber cerrado la puerta pero algo me distrajo de tratar de hacer memoria. Un sonido de metal chocando entre sí, de llaves, dentro de mi cuarto.
Abrí la puerta de golpe y estaba completamente a oscuras sin nadie adentro. sólo la luz del pasillo que estaba atrás de mi se proyectaba, invadiendo la oscuridad del cuarto, hasta llegar a la pared sobre la que descansaba mi cama. Mi sombra también se expandía con aquella luz. La observé por unos segundos  y, sin explicación alguna,  un hoyo de luz salió de donde estaría su boca y sonrió de una manera maliciosa que hizo que se me pusieran los pelos de punta. Sin que lo levantara ninguno de los brazos, mi sombra levantó el izquierdo para hacer el ademán que las mamás usan para decir no con un solo dedo. Separé la vista de la sombra para ver mis manos, como si en ellas estuviera la respuesta. Pude escuchar el sonido de las llaves de nuevo, pero en esta ocasión estaba afuera del cuarto. Volteé a ver a la sombra, a punto de gritarle que quería una explicación, antes de salir del cuarto a seguir el sonido de las llaves que sabía que podía ser una trampa, pero la sombra ya no estaba ahí.

mi propia cabeza me gritoneó: “Ves, eres un idiota. Tuviste suerte que no te expulsaran… vuelve a hacer una estupidez así y despídete de Spellbook”.

Con desgana ignoré mi auto regaño cerrando el mensaje que me amenazaba en el inbox. La lista de mensajes privados me miraba con todas y cada una de sus letras, pero uno, el que no había leído por leer el de Owl antes, me gritaba que lo leyera remarcando su título con las letras en “bold”.

Tomé un respiro para agarrar valor y le di click a dicho mensaje:

Te lo dije…

Sólo soy una sombra más que ya no tiene qué decir. No existo en ésta red, ni en ninguna otra. No me busques, te meterás en problemas y no soy el culpable.

Magician

Al leer el mensaje un rabia descomunal invadió mis pensamientos. Pero me daba más coraje no saber qué hacer. Buscar “Magician” en google sería la cosa más estúpida y poco productiva, no tenía un correo, no tenía a quien ocurrir. Nadie me creería que las sombras de mi casa se habían tragado a mi madre. Incluso algunos de mis amigos se la pasaban burlándose de mi: que no debería tomar aquella red social tan enserio. Que sólo era un juego. Yo siempre supe que era verdad, que grandes magos la habitaban y se podía aprender muchos de ellos. Podría acudir a los que no, a los que pertenecen a la red igual que yo, pero necesitaba buscarlos por fuera.

-En la vida real donde no pudieran seguir el rastro de los mensajes que dejo- me dije a mi mismo en voz alta. Como respuesta escuché que algo detrás de la computadora se había caído. Volteé a ver y sólo estaba una sombra, mi sombra. Me puse de pie y me le quedé observando esperando que se moviera o que algo sucediera, pero no pasó nada.

Agarré mi celular, me puse los zapatos y un sweter para el frío que seguramente afuera estaba haciendo. ¿A quién podría molestar a las once de la noche sin que fuera una molestia?

Me puse a buscar las llaves que estaba seguro había dejado en el buró de la entrada. “Alguien debió haberlas agarrado” pensé olvidando que todos teníamos nuestro propio juego. Busqué las de los demás en el plato de la entrada donde solemos dejarlas, pero no había llave alguna.

Como acto reflejo regresé a mi cuarto a buscarlas en los pantalones que traía el día anterior, era muy común que dejara cosas olvidadas dentro de ellos y mi mama me las entregara cuando se las sacaba para lavarlos. Realmente no recuerdo haber cerrado la puerta pero algo me distrajo de tratar de hacer memoria. Un sonido de metal chocando entre sí, de llaves, dentro de mi cuarto.

Abrí la puerta de golpe y estaba completamente a oscuras sin nadie adentro. sólo la luz del pasillo que estaba atrás de mi se proyectaba, invadiendo la oscuridad del cuarto, hasta llegar a la pared sobre la que descansaba mi cama. Mi sombra también se expandía con aquella luz. La observé por unos segundos  y, sin explicación alguna,  un hoyo de luz salió de donde estaría su boca y sonrió de una manera maliciosa que hizo que se me pusieran los pelos de punta. Sin que lo levantara ninguno de los brazos, mi sombra levantó el izquierdo para hacer el ademán que las mamás usan para decir no con un solo dedo. Separé la vista de la sombra para ver mis manos, como si en ellas estuviera la respuesta. Pude escuchar el sonido de las llaves de nuevo, pero en esta ocasión estaba afuera del cuarto. Volteé a ver a la sombra para gritarle que quería explicación antes de salir del cuarto a seguir el sonido de las llaves (que sabía que podía ser una trampa), pero mi sombra ya no estaba ahí. Simplemente se había…